lunes, 24 de marzo de 2014

¿CÓMO AFECTA LA SOBREESTIMULACIÓN EN LA ORGANIZACIÓN CEREBRAL?

Si bien es cierto que nuestro cerebro presenta una capacidad plástica que permite que el niño vaya adquiriendo funciones y habilidades propias de su desarrollo y que como padres es bueno estimular este desarrollo, es importante no caer en el error de la sobreestimulación.

Dentro del  desarrollo evolutivo de nuestros hijos se dan unas ventanas temporales del desarrollo, donde el cerebro de nuestro hijo estará más “predispuesto” para adquirir determinadas habilidades o funciones.

Es bueno que como padres conozcamos estas ventanas temporales para fomentar el desarrollo de cada una de las funciones, sin embargo, la sobreestimulación puede provocar efectos negativos en su desarrollo.

Varios experimentos  realizados por Rosenweig y cols. con ratas concluyen que tanto una privación sensorial como una sobreestimulación provocan cambios cognitivos, emocionales y conductuales. Igualmente, estudios como el llevado a cabo por el equipo de Neuroplasticidad y Aprendizaje de la Universidad de Granada concluyen que una estimulación excesiva y aplicada en un periodo evolutivo precoz puede perjudicar  al aprendizaje: “se aprende peor si nos han enseñado empleando técnicas complejas antes de que el cerebro se haya formado adecuadamente".

 En el caso de la privación de estimulación, se ha observado una disminución de la conducta exploratoria, patrones de sueño alterados y conductas de juego anómalos.

En relación a la sobreestimulación se concluye que el hecho de que queramos fomentar un desarrollo precoz en nuestros hijos insistiéndoles en la necesidad de adquirir un aprendizaje de forma acelerada sin tener en cuenta las ventanas temporales y antes de que la zona responsable de esa habilidad o función se haya desarrollado en el SNC, provocará que sea otra área del cerebro la que se responsabilice de esa función (aunque se adquiera el aprendizaje), dejando esta área de hacer alguna tarea para la que estaba previamente programada.

La sobreestimulación y el intento de acelerar el ritmo neuroevolutivo del niño puede volverse en contra de nuestras pretensiones.  La sobreestimulación y el  aumento de la dedicación del SN a una tarea o habilidad sólo se puede hacer con  un coste: restamos área cortical para otras funciones (lo cual puede ocurrir  especialmente si queremos acelerar una adquisición para la que el SN aún no  tiene el área pertinente suficientemente evolucionada) o incluso puede llegar a producirse efectos contrarios al aumento de la habilidad deseado por una representación extendida negligente o una plasticidad maladaptativa.

Además, el apuntar a nuestros hijos a varias actividades, exigiéndoles que alcancen buenos resultados en cada una de ellas, puede resultar estresante e incluso frustrante generando como consecuencia un rechazo al aprendizaje. El niño aún no está desarrollado ni cognitivamente ni físicamente para poder desenvolverse de forma óptima en diversas actividades ya que su desarrollo neurológico aún no ha alcanzado su máximo.


Hay que insistir en que la clave está más en la calidad de las actividades y la estimulación que en la cantidad, saber buscar momentos adecuados y respetar sus estado fisiológicos y necesidades. Es bueno que los niños jueguen, descansen, bailen, escuchen música, corran….porque esto también favorece su desarrollo y al ritmo adecuado.